NOVELESCO INSOMNIO DO VIVIÓ EL AMOR ... Bien decía André Bretón que para la creación, es preciso que el poeta sea "víctima de una emoción particular". Esa sensación es la que se palpa cuando se escucha CONVERGENCIA. Una sintonía particular entre canto y armonía, letra y música que entra sin intermediarios a la comprensión de quien la escucha y rompe los cristales que guardan con tanto celo las pasiones interiores. Hermosa, sencilla, poética, CONVERGENCIA, habla de una ilusión, del sueño de un amor idealizado, profundamente sentido, aunque sin correspondencia con la realidad, sin lograr coincidencia con el mundo objetivo. Por eso, es también un canto a la soledad. Como quiera que se mire, cada verso es una pincelada de calor que mitiga los inviernos del alma. Tal vez ahí radica su magia, en mostrar en su escenario musical aquello que cada uno de nosotros alguna vez ha llorado por dentro.
Frida
LOS AUTORES:
BIENVENIDO JULIÁN GUERRA:
Según cuenta el periodista y musicólogo Lino Betancourt, quien tuvo la dicha de conocerlo, “la explicación está dada en que Bienvenido era un genio, modesto, sencillo... Un hombre mitad bohemio, mitad indigente que a veces se confundía con un loco porque era descuidado en el vestir. Hablaba solo por la calle. Yo creo que era porque en su cabeza estaba surgiendo una nueva melodía, un nuevo verso”.
… Su paso inestable por múltiples tabaquerías lo alternaba con las rumbas de cajón que se ofrecían en los barrios de Jesús María y Cayo Hueso. Fue allí, afirma Lino, “donde conoció a Ignacio Piñeiro, quien lo invitó a formar parte de la clave Los roncos. No resultó porque no era cantante, pero empezó a componer rumba y guaguancó”.
De esta forma se inició una carrera prestigiosa que sumó cerca de 500 obras, aunque no pueden definirse, en el sentido más estricto, como trovadorescas porque “no cantaba ni tocaba guitarra y el trovador es quien acompaña sus propias obras o las de otros con la guitarra”.
El primer tema relevante de Bienvenido fue el bolero son Ojeras, popularizado por el cuarteto Antonio Machín. Luego compuso El huerfanito, que todavía se oye con agrado en la voz de Abelardo Barroso y existen otras canciones famosas como Madre, no me pidas que la quiera, Qué extraño es eso, Habitante, Azúcar pa´ un amarga´o, Naranja de China, Los tres juanes, Don Ramón y El diablo Tun tún, este último ha servido para nombrar la sala de la Casa de la Música de Miramar.
……
En cualquier caso, … Bienvenido Julián Gutiérrez vuelve con el título de trovador “como homenaje póstumo a la grandiosidad de su obra poética y musical, porque es el título más grande que puede recibir un músico”, porque así lo han querido sus seguidores, incluso los más ingenuos que han entonado sus letras sin saber de quién se trataba, porque, como dijera Silvio en Amanecer, tema del CD Expedición homenaje a Guerra y Gutiérrez por la feliz Convergencia: “Qué musa maravillosa/ habrá bajado a besarte/ y qué delicia tortuosa/ habrá sentido al dejarte... Desde que hallaste la musa/ que te llevó a la locura,/ canta tu línea inconclusa/ la misma recta sin cura”
Fuente: http://www.soycubano.com/bijirita/musica/bienvenido_trovador.asp
MARCELINO GUERRA:
Marcelino Guerra nació en Cienfuegos el 26 de abril de 1914 y vivió gran parte de su infancia y adolescencia allí, aunque su trayectoria artística se desarrolló en la capital cubana, en lo fundamental; y parte de ella en el exterior.
Aseguran sus biógrafos que el apodo de Rapindey le vino de la inusitada rapidez con que daba cumplimiento a los mandados que hacía a la gente de clase media para ganarse algunos centavos.
Pero la agilidad del pequeño Guerra no sólo se limitaba a resolver con soltura los encargos; también comenzó, de a poco, a manifestarse en la música. Ya a los seis años, hacía sus maromas con la guitarra y los pininos en la composición, mediante algunos estribillos infantiles que quizá luego incorporase a cualquiera de sus textos llenos de gracejo popular como los antológicos Pare cochero (coescrita con Miguel Ángel Banguela) y Me voy pa´l pueblo.
Llegó a La Habana en 1931, cuando todavía no había cumplido los 18 años. El tono nasal de su voz comienza a llamar la atención de los directores de algunas bandas, de donde se inicia una sucesión de llamados e incorporaciones para utilizarlo como segunda voz, terreno en el cual fue -a criterio de los especialistas- uno de los mejores de todas las épocas.
Forma parte del Septeto Habanero y del Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, así como del Conjunto de Arsenio Rodríguez, el Trío Oriental, el Sexteto de Mozo Borgellá y otras agrupaciones, entre las que merece singular recordación el Cuarteto Hatuey.
En este último colectivo musical, Rapindey une sus voces a las de otros tres patriarcas de la música nacional: Compay Segundo, Evelio Machín y Lorenzo Hierrezuelo.
Efectúa sus primeras grabaciones en la década del ´30, justo cuando da inicio a su consorcio autoral con Julio Blanco Leonard, con quien conforma una dupla excepcional para la composición, que labra títulos para el recuerdo, a la manera de Buscando la melodía y La clave misteriosa.
Durante los años ´40, integra orquestas de música cubana radicadas en los Estados Unidos -destaca su labor con Machito-, o bien como voz segunda, o bien en calidad de guitarrista. Aunque dichos grupos incorporaban también varios de los textos por él compuestos.
En el terreno de la composición, Marcelino Guerra le reserva especial atención a la creación de boleros que reflejan, cual resulta usual al género, todas las pasiones, sentimientos encontrados y angustias que tanto gustaba escuchar el público de la época.
El autor de piezas como ese antológico bolero titulado Fuiste cruel o las también gratamente evocadas Un lamento en las tinieblas o Qué me haces mal tuvo entre los interpretadores vocales e instrumentales de su obra a artistas del calibre de Benny Moré, Dizzie Gillespie, Chano Pozo o Tito Puente, por citar unos pocos de los grandes inspirados en sus textos.
Marcelino Guerra abandonó la música en la década de los ´60 y se radica en España, donde fallece el 30 de julio de 1996.
LA LETRA:
Novelesco insomnio de piedras rodando Si me pidieran una selección de las diez canciones cubanas más hermosas, pasaría mucho trabajo escogiendo las otras nueve. Convergencia es una de esas extrañas ídem, en las que letra y música (de autores distintos) se complementan para producir algo realmente asombroso y que no existía antes. Cristóbal Díaz Ayala la propone como antecedente de la canción moderna, a pesar de sus reminiscencias trovadorescas, quizás porque muchos de sus elementos aparecerán después en la Nueva Trova. No es casual que Pablo Milanés la incluyera en su repertorio ni que haya gozado de más de una interpretación espléndida, como la de Miguelito Cuní en 1958, el primero en hacerla famosa después de años de olvido. En 100 canciones cubanas del milenio, Díaz Ayala cuenta que Bienvenido Julián Gutiérrez le entregó a Marcelino Guerra un papel con una letra a la que ni él mismo ni otros autores habían podido musicalizar. Nunca antes ni después hicieron algo juntos pero con esa fugaz convergencia fue suficiente para que ambos lograran su obra maestra. Caprichos de la creación. El método de la letra no puede ser más parco: dos estrofas. Una, dedicada a describir al sujeto amado, la otra, al protagonista amante. Lo más interesante es que ambas descripciones son una acumulación de tropos sin pretensiones objetivas y, a pesar de todo, sin excesivos lugares comunes ni excesos románticos. Tiene logros muy especiales, como la aclaración que reza "así eres tú en mi corazón" donde, a diferencia de tantas canciones de la trova, se explicita que no se trata de una mujer idílica, sino idealizada. Convergencia (bolero, 1938) Música: Marcelino Guerra (Rapindey) Aurora de rosa en amanecer, Madero de nave que naufragó, URL: http://arch.cubaencuentro.com/musica/dulcecantar/2001/10/11/3699.html |
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